el peronismo naciente y pronto triunfante, y dejó huellas duraderas en Alfonsín: el régimen republicano, representativo, federal y –subrayémoslo, porque así está escrito en la Declaración– parlamentario; la intangibilidad de las libertades individuales; la tierra para los que la trabajasen; la nacionalización de todas las fuentes de energía natural, de los servicios públicos y de los monopolios nacionales y extranjeros “que obstaculicen el progreso económico del país”, pero a la vez “la amplia libertad económica sin trabas artificiales creadas por los poderes públicos” para el resto de las actividades productivas; el derecho universal a la alimentación, la vivienda, el vestido, la salud, el trabajo y la cultura; la necesidad de un seguro nacional obligatorio para toda forma de incapacidad, vejez y desocupación.