¿Sabes?, como cuando te despiertas en mitad de la noche y sientes que te falta la respiración, como un asmático falto de aire que estira la mano en la oscuridad buscando otra mano. No logras entender que el otro ya no está a tu lado, ni siquiera en la casa vecina o en el mismo barrio. En vano pasearás por la calle, pues no se cruzará contigo. El teléfono se convierte en un trasto inútil, la prensa está llena de noticias superfluas sobre hechos banales, por ejemplo, que ha estallado una guerra mundial o que han destruido un barrio entero en alguna capital europea de millones de habitantes… Te cuentan lo que ocurre en el mundo y, tras escuchar con educada atención, dices con aire distraído: «¿De verdad?… No me diga… Muy interesante», o bien: «¡Eso es estremecedor!», pero no sientes absolutamente nada.