Como alguien dijo, empieza tú matando a quien tiene intención de matarte. No podemos quedarnos mano sobre mano, sabiendo como sabemos que hay extensiones interminables de tierra que podrían dar acogida a millares de los nuestros,
Dianela Villicaña Denahas quoted2 years ago
La señorita Whitmore no era una joven estúpida; la total indiferencia de Chip le reveló todo cuanto necesitaba saber
Dianela Villicaña Denahas quoted2 years ago
Le han pasado una cuerda alrededor del cuello a ese hombre —susurró en un medio murmullo horrorizado—. ¿Van a colgarlo? —Eso parece desde aquí —respondió Chip, avergonzado para sus adentros. De repente le pareció que era perverso y de cobardes asustar a una dama que había viajado desde tan lejos entre desconocidos y que tenía ese gesto cansado en la boca. No era justo; ellos jugaban con ventaja. Si no fuera por la promesa que había hecho a los chicos, le habría dicho la verdad en ese mismo instante.
Dianela Villicaña Denahas quoted2 years ago
El cautivo cabalgaba dando bandazos, con la cabeza gacha, aterrorizando a Banjo con su comportamiento. Lo que había empezado como una macabra broma ahora ya no lo era
Dianela Villicaña Denahas quoted2 years ago
No le he preguntado la edad —respondió Chip. Su rostro se iluminó con una breve sonrisa—. En cuanto a su aspecto, no es bizca, ni cuatro ojos. Eso es todo lo que sabría decir de ella.
Dianela Villicaña Denahas quoted2 years ago
Llevaba en el rancho de La U Alada toda una semana y empezaba a sentir que sus recursos para divertirse, aparte del contingente masculino, que incluía algún elemento prometedor, estaban casi agotados
Dianela Villicaña Denahas quoted2 years ago
El alma de la señorita Whitmore ardió con resentimiento. A ninguna mujer, ni siquiera a los veintitrés años, le gustaba que la llamaran «solterona», sobre todo, si lo hacía un joven perspicaz de barbilla cuadrada y labios de curva pronunciada
Dianela Villicaña Denahas quoted2 years ago
Y quién iba a saber que podría dibujar así y captar hasta los más mínimos detalles sin siquiera dirigirle una verdadera mirada? Por supuesto que ella había sabido que tenía el sombrero torcido con ese viento casi capaz de arrancarle la cabeza a una, pero eso no era asunto de él: «¡Las credenciales de la solterona!». Solterona. ¡Solterona
Dianela Villicaña Denahas quoted2 years ago
Estoy segura de que podría salvarlo si me permitiera intentarlo. ¿O está realmente ansioso por dispararle? Los músculos de Chip se encogieron. ¿Ansioso por dispararle? ¿A Silver? ¿La única criatura que lo quería y comprendía?
Dianela Villicaña Denahas quoted2 years ago
¿Sí? El modo de decir ese sí de Chip era una de sus principales armas de aniquilación. Le daba una peculiar e insultante inflexión, en ocasiones, que hacía que a la víctima se le pusiera el vello de punta