José Luis Olaizola

Aunque se la arreglaron, ya no pudo salir a la calle porque su casa era muy vieja, sin ascensor.

A LA ESCUELA iban juntos chicos y chicas.

traían con pan de molde, como el de los emparedados.

Su abuela se ganaba la vida trabajando de asistenta, pero cuando cumplió los sesenta años tuvo tan mala suerte que se rompió una pierna.

Quincho, resultaba imposible, porque era el más vago del colegio, con diferencia. La prueba era que, aunque tenía trece años, estaba en la misma clase de Bibi —que solo tenía once— por haber repetido dos veces curso.

Tenía muchas tierras de labor, la granja avícola, la fábrica de piensos, el almacén y la tienda de venta de automóviles. Eso, antes de que el pueblo se convirtiera en un barrio de Madrid. Porque cuando esto sucedió, la mayoría de sus tierras de labor se transformaron en solares sobre los que construyeron los edificios ajardinados y las urbaniza

pero con su hermano pequeño, Quincho