Sí, has leído bien: lo que conocemos vulgarmente como «tripas» es en realidad un cerebro y su función neuronal es extraordinariamente semejante a la de ese otro cerebro de sobra conocido y con el que guarda numerosas similitudes a nivel bioquímico y celular. Y no solo eso, nuestro cerebro craneal no podría subsistir sin nuestro cerebro intestinal, mientras que este sobreviviría sin problema sin necesidad de aquel.