Quizá iría un paso más allá, es capaz de un golpe bajo semejante: quizá ni me nombraría. Me convertiría en un boceto inacabado. Es lo que harías tú, ¿verdad? Perdón, ella. Es lo que habría hecho ella si estuviese aquí. Pero soy yo quien cuenta esta historia. Puedo hacerle lo que me dé la gana. Ella no puede hacerme nada. Ella es cuatro golpes en el teclado. Incluso podría, esta noche, echar el portátil al taciturno Danubio, y entonces ella también desaparecería, sus frágiles píxeles se filtrarían en el agua helada y todo lo que alguna vez ha sido se vaciaría en el lejano mar Negro.