Desde su infancia, Shelley había sentido una poderosa necesidad psicológica de rodearse de mujeres que le comprendieran y le apoyaran, una necesidad que cubrió durante su privilegiada juventud, en tanto el hijo mayor de un acaudalado baronet, con su joven madre y sus cuatro hermanas menores, que lo adoraban. Por lo tanto, buscó la compañía femenina y la simpatía intelectual que