Pero en este cuarto el instante se queda flotando
y se demora. ¿Alguna vez sentiste
que la felicidad no era el movimiento continuo,
o el jadeo agitado sino la quietud?
Me recuesto sobre tu pecho, sube y baja
su marea, entredormida sueño
con las últimas horas de la playa,
donde el oleaje se estira tierno y manso
sobre la arena.