Kristan Higgins vive en una pequeña localidad de Connecticut que cuenta con una bonita biblioteca, una feria agrícola magnífica, gente encantadora y poco más. Tiene dos hijos maravillosos y a un valiente bombero por marido que es, además de lo evidente, un cocinero excelente.
Trabajó como redactora hasta que fue madre. Entonces, empezó a escribir relatos de ficción en cuanto tuvo la suerte de que sus hijos se echaran la siesta al mismo tiempo. Desde luego, escribir le resultaba mucho más gratificante que recoger la colada, así que decidió ponerse a trabajar en su primera novela. Ha ganado el premio Romance Writer of America’s RITA© de novela romántica en dos ocasiones, 2008 y 2010.