El dinero del Gobierno tiene, bajo este concepto, una cualidad semejante á la de los pactos con el demonio: quien lo toca, tiene que andar muy listo, ó de lo contrario al fin y al cabo, si no pierde su alma, como con el pacto mencionado, perderá muchas de sus mejores cualidades: la fuerza, el valor y constancia, la sinceridad, la confianza en sí mismo, y todo lo que constituye un carácter varonil.