Nuestro argumento es que, tras el cambio de siglo, la población latinoamericana incrementó su bienestar. La mejora fue el resultado de un contexto económico favorable y de renovadas políticas públicas, como la expansión de los programas de transferencias de ingresos hacia los hogares más pobres y la regulación de los mercados laborales, pero también de tendencias de más largo plazo, en especial, el crecimiento de la cobertura educativa y de salud y la reducción de la mortalidad y la fertilidad.