en ese contexto es que, de pronto, se ve envuelta en una relación que le permite volver a reconocerse como mujer o persona. Necesita tener una experiencia de infidelidad ‘privada’. Privada, en el sentido de que no se actúa por reacción, no es en contra del cónyuge, ni por ‘venganza’, sino que se establece una relación con un tercero, para volver a activar en ella, o a conectarse con sus aspectos más lúdicos, más femeninos, mas sensuales, que muchas veces han dejado de estar presentes, en su matrimonio. Es una invitación que la mujer siente que le hará bien”.