Me imagino que soy anfibio y nado en todos los arroyos y charcas del vecindario, con la perca y el besugo, o dormito bajo las almohadillas de nuestro río en medio de los sinuosos pasillos y corredores formados por sus tallos, con el majestuoso pícaro. Soy más sabio con respecto a todos los conocimientos, y mejor calificado para todas las fortunas, por saber que hay un pez pequeño en el arroyo.