Los británicos fueron unos de los más prominentes comerciantes de esclavos del mundo, pero la mayoría de los africanos con los que traficaban no terminaban en Inglaterra (los africanos británicos eran sirvientes, Inglaterra tenía «un aire demasiado puro como para que los esclavos respirasen en él»). En su lugar, los barcos británicos que traficaban con esclavos partían de Bristol o Liverpool llenos de productos británicos para comprar esclavos africanos. Atestados de hombres y mujeres, los barcos ponían después rumbo a las Américas e intercambiaban su cargamento humano por azúcar, tabaco, ron y otros bienes del Nuevo Mundo que traían a Europa. Hay estimaciones que afirman que los británicos transportaron a 3,1 millones de personas de esta manera al otro lado del océano.[16]