Esther Seligson

, “somos la idea que nos hacemos de nosotros mismos, por eso no vemos a las cosas como ellas son, pero sabemos que detrás de toda realidad hay otra más tangible aún, y otra más, y así sucesivamente”, dices,

El tiempo es meramente una larga germinación. Desciendo hacia lo divino, y paso a paso el corazón va encontrando su silencio, su luz, la certeza de hundirse, hundirse sin querer rescate alguno, nunca, nunca más, hasta la fusión en el alma de los mundos...

Confieso no haber nacido
para la maternidad
ni para matrimonio
y confieso haber violentado
premeditada alevosa
ambas prisiones

Una contagiosa devastación no saciada se instaló entre ellos.

El tiempo es meramente una larga germinación.

Siento en la nuca el cosquilleo de un pestañear constante, trémulo: es la tristeza. Y no sé si quiero o no defenderme de ella, soltar los cabellos y cubrirla. Si pudiera pensar que soy otra, sería más fácil, pero el propio temblorcillo me cobija, me arropa en su soledad.

por mucho que cruce los días como un despeñamiento, aún anhelo; por mucho que cargue la piel colmada de lejanía, aquí estoy, yo, Ifigenia

Nunca elevo los ojos para mirar las estrellas, y cuando la Diosa Luna se muestra me interno en lo más profundo del bosque para no ver cómo platea las aguas con sus galas de marfil ni percibir el deseo de compañía gotearme piel adentro, ciclamen medroso, tenaz no obstante en su osadía de asomar la corola entre los pedruscos de este peñón arisco.

Por la nueva herida que me abrió el destino

el sol penetró en mi corazón

con tanta fuerza mientras se ocultaba

como por una repentina fisura entra

la ola en el barco que poco a poco

se hunde...

ÁNGUELOS SIKELIANÓS, El camino sagrado

ligera, sin rencor en el pecho, con la alegría pura y animal de estar como las flores silvestres vegetalmente jubilosas bajo la luz del sol...