La filosofía griega fue un islote cultural en la historia, en el sentido de que, tanto antes como inmediatamente después, todos los sabios admitieron la existencia de uno o unos dioses, tal como creían sus congéneres. La duda mística religiosa no afloró en sus escritos. Esto fue así tanto en la época más filosófica de Atenas como en la época más científica de Alejandría.