cocina es la mejor habitación —es decir, la más triste— para llorar. Un dormitorio es demasiado fácil, un cuarto de baño demasiado privado, una sala demasiado formal. Si alguien se desmorona en la cocina, en el espacio de trabajo y alimentación, es que tiene que estar realmente destrozado. Las luces intensas no ofrecen consuelo alguno, sólo iluminan. El suelo suele ser frío y de vinilo