Vanina Bruc

Sabía que sus sentimientos eran reales, que la ilusión estaba en ella, que la luz que sentía en el pecho era real y plausible y lo mejor que le había ocurrido jamás.

porque ahora que lo había dicho ya era cierto, y ya se sentía mejor, y ya no estaba todo únicamente en su cabeza.

Tenía la mayor de las suertes, que era sentir amor, sentirse viva, sentirse bien, sentir que se preocupaba por alguien y que quería a alguien y que su vida no era tan jodidamente triste como siempre había pensado. No era absurda. Era afortunada.

cómo vas a ser amada, cómo lo vas a ser si a ti misma te consideras la nada

sintió que algo debía cambiar, porque podía ser capaz. De querer. De ser querida. De aceptar un amor mejor del que pensaba que merecía

ue algún día seré tan bella como tú y brillaré con mi luz propia.

su cuerpo era suyo y siempre lo había pensado así,

Por ella y por quien no pudiera defenderse, su cuerpo era suyo, su cuerpo era suyo

entendió que la justicia era una cosa inexistente y que debería vivir la moralidad a su manera, dictando sus propias normas en un mundo enfermo e intentando entender por qué no encajaba, si en ella no había nada malo, si jamás atacaría a nadie que no le hiciera nada.

Y un coño. ¿Cómo iba a encontrarse? ¿Pero cómo era la gente tan estúpida? Pues claro que no estaba bien, si estaba tirada en el suelo como una salchicha y gritando socorro.