Una ciudad puede ser vista como un gran texto desplegado entre plazas, callejones, avenidas y alamedas, con mensajes escritos en los grandes escaparates de multinacionales, en las paredes llenas de grafitis y en frágiles carteles pegados a un árbol. Cuando el lector salga a la calle, juegue a leer el texto inacabado, continuo y efímero del paisaje lingüístico