Nada es menos cierto: los sentimientos son simplemente sentimientos, pero no SON tú, tú los TIENES. Al contrario de lo que pensamos a menudo, los sentimientos no tienen una larga vida. Es al preocuparnos cuando parecen ser de más duración. Si enseñas a tus hijos a aceptar, sentir y reconocer sus sentimientos, les enseñas algo de un valor esencial. No necesitan apartarlos, cambiarlos o expresarlos de inmediato. Es suficiente con sentirlos y prestarles atención. Una atención amable.