El lenguaje no es el único camino para reivindicarnos, pero sí es uno muy poderoso. Lo comprobamos una y otra vez por la polémica que genera: cada pasito que hemos dado, cada hito alcanzado, cada batalla ganada nos ha costado una ingente cantidad de tiempo y esfuerzo, y ha provocado que las hordas machistas arremetieran contra cada propuesta, por muy sensata que esta fuera.