Margarita Martínez

Cuando las personas a las que te dirigís no pueden devolverte más que una confirmación o una negación respecto a haber entendido lo que les estabas diciendo no se puede decir que haya habido comunicación.

Nos preguntamos también: ¿en qué momento la opinión es sinónimo de quiénes somos? Si me hacen sentir que mi opinión está equivocada, tiene lugar una metonimia mágica donde todo mi ser está en un error y no se logra disociar que esa opinión es errónea pero que no habla de mi persona.

Cuando era chico, solo leíamos de ciudades como Londres, Berlín y Roma en libros. Y todas esas ciudades: ¡ay, qué aterradoras! ¿Y Buenos Aires? También era aterradora, pero también era un sueño, una fantasía, una aventura que yo estaba seguro que nunca iba a experimentar.

Pero ese instinto íntimo de mi infancia mutó hasta convertirse en una posición política.

Este instinto de mi infancia persistió y hasta se fortaleció cuando fui creciendo y llegué a la adolescencia y más tarde a la mayoría de edad. Pero ese instinto íntimo de mi infancia mutó hasta convertirse en una posición política

“Soy un hombre honesto, y ahora cambio de opinión”.

Vinje también dijo una vez: “Soy un hombre honesto, y ahora cambio de opinión”.

Un autor noruego muy famoso del siglo XIX (Aasmund Olavsson Vinje, 1818-1870) habló de algo que en noruego él llamaba tvisyn. Es imposible traducir de forma directa esta palabra, pero dice que se puede tener dos puntos de vista sobre un mismo tema. Vinje también dijo una vez: “Soy un hombre honesto, y ahora cambio de opinión”.

¿Quién cambió más, el mundo o yo? ¿O es un empate?

La amistad: de tan cotidiana, siempre cliché; de tan insólita, siempre singular; de tan indulgente, siempre redentora.