La prosa de Morábito es sin duda alguna, inusual; no en un sentido que te estremece por dar pavor, sino que, son esa clase de eventos que son anecdóticos porque tienen un buen toque de comedia, pero también suceden en un entorno que puede desarrollarse dentro de esa cara de la humanidad en la que poco o nada sabemos en relación a su verdadero ser; a sus inquietudes, a sus intenciones o a sus cambios de humor que entran en el juego de las relaciones interpersonales.
Me gusta que en su mayoría sean cuentos realistas, con realistas me refiero a que no incluyan claros signos de fantasía como es en el caso del cuento homónimo: La sombra del mamut o en el relato de Fray Ruperto.
Asimismo, me gustó el hecho de que Morábito se rehusara a seguir una línea de producción literaria que se encaminara a una temática más estrecha. Eso hace que el lector mantenga la inquietud por saber de qué tratará el próximo cuento que lea. Como describió la persona que hizo la sinopsis: el lenguaje que Morábito emplea es económico y no por ello lo hace escatimar de una pluma diestra a la hora de poner palabras a sus ideas.
Quizás lo que hizo que el compendio flaqueara de algunos lados fue que pocos de sus cuentos les hizo falta un empujoncito para que terminaran de encantarme. (Ojo, que aquí es algo particular de mi expectativa como lectora y que sé que no debe de cumplirse al margen porque cada uno/a tenemos diversas esperanzas a cubrir, que el autor/a evidentemente no va a complacer a todo mundo).
Fuera de ello, recomiendo esta antología de trece cuentos.
Mis favoritos:
•El Gran Camino Volado.
•Artemisa y el ciervo.
•Cartas a la reina.
•La pelota sobre el agua.