escépticos, más vacilantes, y más próximos al hombre corriente, justamente por esas angustias ante la acción y el destino. Una famosa frase antigua decía que «Sófocles presenta a sus personajes tal como deben ser, Eurípides tal como son en realidad». En sus parlamentos y polémicas sobre la escena percibimos los ecos del desasosiego espiritual y la crisis moral que inquietaba a Eurípides y a muchos de sus conciudadanos.
Los atenienses, que en un comienzo se escandalizaban de tales reflejos, acabaron luego por reconocerse en ellos. Es característica de Eurípides esa marcada tendencia a la descripción psicológica y a una exposición más realista (aunque el teatro trágico no es, por su esencia, ni psicológico ni realista)