Lamentablemente en nuestra vida solemos actuar casi siempre como turistas alocados, desaprovechando nuestro existir, trivializándolo, reduciéndolo a una triste cadena de experiencias superficiales. Hemos de aprender a detenernos, a exigirnos diariamente un momento de calma, de respiro interior en el que nuestra reflexión solo tenga un protagonista: nosotros.