Por otra parte, creo que los cuentos infantiles sirven para catalizar emociones y ordenar el mundo. En este sentido los cuentos de hadas siguen siendo insustituibles, el más sencillo de todos, Caperucita roja, sirve para establecer algunas oposiciones fundamentales: el bosque y la casa, el lobo y la abuela, el comer y el ser comido.