c) “Nos aferramos para no sentirnos solos, y no responsabilizarnos de nuestra vida”: una relación de pareja se termina, ya sea porque alguno dejó de amar, o porque el objetivo de alguno de ellos cambió, o porque la convivencia no funciona, o por lo que sea. La cuestión es que alguno de los dos no acepta esta situación y no plantea el tema o simplemente se niega a la ruptura de manera explícita o mediante un sinfín de manipulaciones o excusas. Es claro que no es el amor lo que lleva a esta conducta, sino temores profundos como el temor a la soledad (con más razón si les fue inculcado que la familia no debe disolverse bajo ninguna circunstancia) o a no encontrar a nadie más a quien querer o quien a uno lo quiera. A veces la separación se produce; sin embargo, mantener el rencor y el enojo hacia la ex–pareja es otra manera de aferrarse y no soltar al otro y no responsabilizarse por la propia vida, ya que podemos seguir culpando a otro (o al destino) de nuestra infelicidad. Como decíamos: “más vale malo conocido que bueno por conocer” es un dicho que se condice con el aferrarse a una relación que ya no funciona, sin poder ver que vivimos insatisfechos y que perder esa relación, en vez de ser un desastre es un nuevo desafío y una “oportunidad” de una vida con sentido.
Marisa Lemos, amiga, poeta y colega platense que transitó grandes transformaciones en su vida personal y profesional, me dijo una vez: “El gran poder es poder perder... Y es un proceso doloroso y luminoso a la vez.”