Belén López Peiró

Hacer como si nada pasara es respaldarlo.

Ahora tenés que arrancar. Basta de esto, basta de hacerte mierda. No te mereces esto y los que te queremos tampoco.

Ella había dejado que él la visite y ese lugar que me servía de refugio había dejado de ser mío para siempre

No puedo entender que todavía duden de tu palabra. ¿Cómo vas a inventar algo así? Si contar esto te denigra como mujer. ¿Cómo vas a ventilar tu intimidad por ahí?

Llamarlas víctimas es volver a garcharlas otra vez. Y otra vez. Es convencerlas de que les cagaron la vida, de que su historia empieza y termina ahí, con el tipo adentro.

Cada vez que creo que se termina, que de una vez dije todo lo que tenía para decir, de una u otra forma revive.

Y cada vez que lo revivo siento lo mismo: esto nunca termina. Y peleo contra mí por deshacerme de cada imagen, por intentar frenar ese dolor que aparece cada mañana y me destripa.

Empezá a darte cuenta de que se terminó. Tenés que asumirlo: ya no tenés por qué sufrir.

Nunca te había escuchado enojada y está bien que estés furiosa, era necesario. Pero es hora de darle un cierre y de que empieces a contar otra historia. La historia de tu vida, que no termina ahí, sino que recién empieza.

La había abandonado pensando que no era para mí. Y ahora había vuelto, empoderada, a recuperarla. «No te preocupes, princesa, que el tiempo pasa pero el cariño queda».