Alexander Solzhenitsyn, aquel notable escritor de Archipiélago Gulag, lo dijo bien clarito, en una conferencia que dictara en la Universidad de Lovaina: «¡Si todo fuera tan sencillo! Si en algún lugar existieran personas acechando para perpetrar iniquidades, bastaría con separarlos del resto de nosotros y destruirlos. Pero la línea que divide el bien del mal pasa por el centro mismo del corazón de todo ser humano».