El hombre en su vida no tiene tiempo.
Cuando pierde, busca,
cuando encuentra, olvida,
cuando olvida, ama,
y cuando ama, comienza a olvidar.
Y su alma es instruida,
y su alma es muy profesional,
sólo su cuerpo permanece siempre diletante:
intenta y se equivoca,
no aprende y se confunde,
ebrio y ciego en sus placeres y pesares.