curioso cómo hemos delegado ciertas responsabilidades morales y de ejemplificación infantil y juvenil hacia los jugadores de fútbol más mediáticos. Ellos tienen que ser modélicos y salvaguardar las buenas costumbres de esta sociedad. Se lo exigimos porque, sin preguntarles, los hemos ascendido a la condición de héroes contemporáneos y ahora deben pagar todas nuestras faltas, aunque sean al tiempo los menos preparados para ello. El futbolista debe ser perfecto,