Pedro Calderón de la Barca

a trueco de quejarse,

habían las desdichas de buscarse.

funesta boca-abierta

está, y desde su centro

nace la noche, pues la engendra dentro.

pues dar vida a una desdichado

es dar a un dichoso muerte.

para haberme consolado,

si consuelo puede ser

del que es desdichado, ver

a otro que es más desdichado.

las penas mías,

para hacerlas tú alegrías

las hubieras recogido.

¡Ay mísero de mí, y ay infelice!

Apurar, cielos, pretendo,

ya que me tratáis así,

qué delito cometí

contra vosotros naci

donde en papel de diamante,

-si esto es nacer-sólo advierto
eres rústico desierto
donde miserable vivo,
siendo un esqueleto vivo,

a humana necesidad
le enseña a tener crueldad,
monstruo de su laberinto;
¿y yo, con mejor instinto,
tengo menos libertad?

ni humilde ni soberbio,
sino entre las dos mitades
entreverado, te pido
que nos remedies y ampares.