Dan Lyons

Dejar las redes sociales.

Plataformas como Facebook y Twitter están diseñadas para crear adicción. Si no podéis dejarlo del todo, al menos reducidlo.

La célebre frase de W. C. Fields «Si no puedes deslumbrar con genialidad, desconcierta con sandeces»

Como escribió Chéjov: «Por muy feliz que uno sea, la vida le enseñará sus garras más tarde o más temprano».

Hay un viejo dicho en Wall Street —me contesta Tad—. «Cuando los patos graznan, dales de comer»

Vivimos en un mundo que no solo fomenta la locuacidad sino que prácticamente la exige, donde el éxito se mide por cuánta atención podemos atraer: conseguir un millón de seguidores en Twitter, convertirnos en una persona influyente en Instagram, hacer un vídeo viral, dar una charla TED.

Tuiteamos por tuitear, hablamos por hablar.

En toda la historia de la humanidad nunca ha habido una época tan ruidosa como la nuestra, y la tendencia va en aumento. No estamos hechos para una sobrestimulación tan constante, que daña nuestro cerebro —tal cual, provoca daños cerebrales— y pone a prueba nuestro sistema cardiovascular.

nuevos vídeos.[23] En esos mismos 60 segundos, se crean aproximadamente 1,8 millones de Snaps y se publican 700.000 historias en Instagram.[24] Se tuitean casi 600.000 tuits y se envían 150.000 mensajes de Slack.[25] Cada minuto se reproducen 167 millones de vídeos en TikTok, 4,1 millones en YouTube, 70.000 horas de Netflix y 40.000 horas de música en Spotify.[26]

l ruido nos distrae y nos ayuda a evitar enfrentarnos con las cosas que nos matan de miedo, como la muerte. ¿Preocupada por el trabajo? ¿Deprimido por una ruptura? ¿Te sientes aburrido, ansioso, inquieto, nervioso? Olvídate mirando TikTok.
Irónicamente, mucha gente acude a TikTok para que le ayude con su salud mental, incluso cuando el mismo TikTok se la destroza. Al igual que derrochar en zapatos o coches, atiborrarse de información no soluciona nuestros problemas, sino que los empeora. La rueda de la ansiedad sigue rodando.
Todos queremos ser felices. Sin embargo, nos comportamos de formas que nos hacen infelices. Hablamos de Internet y de la sobrecarga de información como si estuviéramos indefensos ante ellos, como si fueran algo que nos ocurre y no una elección propia. Pero el consumo es una elección y podemos dejar de elegirlo.