Paul Collier

Podemos dar credibilidad a los indicios menos sólidos si están en línea con nuestros valores, pero rechazamos las pruebas opuestas con un torrente de menosprecio y críticas feroces.

no haber sido por una combinación fortuita de circunstancias que, hace relativamente poco, produjo un modelo social que contribuía al crecimiento, es muy probable que este deprimente estado de las cosas hubiese continuado. De hecho, en los países pobres aún es así.

las instituciones y las normas, por ejemplo, podrían evolucionar de manera gradual para amoldarse según el estado de los discursos y las organizaciones.

la pobreza es algo que la mayoría de los habitantes del planeta está logrando dejar atrás.

En las sociedades más míseras, el cambio hay que promoverlo desde dentro, no se les puede imponer desde fuera. En estas sociedades se libra una lucha entre los valerosos individuos que desean el cambio y los arraigados intereses que lo rechazan.

La izquierda tendrá que darse cuenta de que los métodos que tradicionalmente ha rechazado, como la intervención militar, el comercio y la estimulación del crecimiento, son herramientas fundamentales para alcanzar los objetivos que siempre ha perseguido.

En estos Estados, la apariencia de gobierno moderno no es en ocasiones más que una simple fachada, como si sus dirigentes representasen un papel teatral. Se sientan a las mesas de negociación internacionales, como la Organización Mundial de Comercio, pero no tienen nada que negociar. N

el problema de los países más míseros no es que hayan experimentado un tipo de crecimiento inapropiado, sino que no han tenido ningún crecimiento, y punto.

Con demasiada frecuencia los realmente desfavorecidos no están en condiciones de rebelarse: simplemente sufren en silencio.

Como instrumento para propiciar cambios beneficiosos, las rebeliones son muy poco fiables. Los líderes rebeldes que aseguran haber iniciado una guerra civil por el bien de su país o bien se engañan a sí mismos, o engañan a otros, o las dos cosas a la vez.