“Resistencia, entonces. Eso me repetía, resistencia para no dejar que te aplasten. Cuando Emmett Till fue golpeado y ahogado, yo me decía ‘no permitas que eso te suceda’, por cada niña violada en los campos de algodón, ‘no dejes que te pase eso’. Un chico blanco escupió en la cara a mi tío, ‘no dejes que te hagan eso’. Las mujeres con labios hinchados, cicatrices, ‘resistencia, no dejes que nunca te pase eso’. ¿Ves? No es revolución. No sabía nada de cambiar el mundo. Simplemente supe que había algunas personas desagradables y odiosas que nos torturaban sin ninguna razón y que tenía que resistirme a eso. La resistencia me llegó como un sentido de protección, entonces ahí supe que yo tenía que resistir siempre”.