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Herbert Clyde Lewis

  • Oswaldo Javier Valerdi Larahas quoted3 days ago
    los tres pasajeros restantes, dos eran misioneros, unos tales señor y señ
  • Oswaldo Javier Valerdi Larahas quoted2 days ago
    Durante todo el viaje había usado sus clásicos trajes de oficina. Tenía cinco en tota
  • Oswaldo Javier Valerdi Larahas quoted2 days ago
    Decidió marcharse, si bien enseguida se dio cuenta de que no habría muchas más ocasiones para estar allí. La semana siguiente,
  • Oswaldo Javier Valerdi Larahas quotedyesterday
    Esa clase de pensamientos destellaban en la mente de Standish incluso mientras estaba
  • Cecilia del Torohas quotedlast month
    El mundo entero estaba tan silencioso que Standish fue presa del desconcierto. El solitario barco abriéndose camino por el ancho mar, la miríada de estrellas desvaneciéndose en el amplio cielo… eran cosas primordiales que lo relajaban y al mismo tiempo lo perturbaban. Era como si estuviera comprendiendo por primera vez que todos los enojosos problemas de su vida carecían de sentido e importancia. Con todo, se avergonzaba de haberlos tenido en el mismo mundo que podía crear un panorama como aquél.
  • Cecilia del Torohas quotedlast month
    Sin embargo, al igual que muchas otras cosas, aquél era un placer del que un hombre adulto se cansaba si lo disfrutaba durante demasiado tiempo
  • Cecilia del Torohas quotedlast month
    El mundo estaba lleno de dignidad. Y dignidad era lo que un hombre necesitaba para vivir en paz.
  • Cecilia del Torohas quotedlast month
    Sus pensamientos durante aquellos segundos curiosamente tenían más que ver con la vergüenza que con el miedo. Los hombres de la clase de Henry Preston Standish no iban por ahí cayendo en mitad del océano desde un barco; eso, simplemente, no lo hacían. Era algo absurdo, pueril y grosero, y, si hubiera habido alguien a quien pedirle perdón, Standish se lo habría pedido.
  • Cecilia del Torohas quotedlast month
    Caerse de un barco era mucho peor que tirarle la bandeja a un camarero o pisarle la cola del vestido a una señora.
  • Cecilia del Torohas quotedlast month
    A partir del castillo de popa, desde donde aquellos ojos de buey lo miraban de manera solemne e inquietante, la trasera del barco se curvaba hacia dentro y bajaba hasta la pala del timón, proclamando con todo derecho, mediante las huidizas líneas, que aquéllas eran partes privadas, de las que un caballero decente debía apartar la vista.

    Ja ja ja

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