Mary Shelley

Empecé a tranquilizarme, si se puede llamar tranquilidad a aquello en lo que nos sumimos cuando la violencia de la ira deja paso a la desesperación.

¡Qué mudables son nuestros sentimientos y que extraño el apego que tenemos a la vida, incluso en los momentos de máximo sufrimiento!

Nada es tan doloroso para la mente humana como un cambio violento y repentino.

el miserable demonio que yo había arrojado al mundo para mi propia destrucción.

¡Que ese maldito monstruo infernal beba hasta las heces el cáliz de la agonía! ¡Que sienta la desesperación que ahora me atormenta a mí!

¿Voy a perder a este ser admirable? He suspirado por un amigo; he buscado uno que pudiera comprenderme y apreciarme. Y ya ves, en estos océanos desiertos lo he encontrado; pero me temo que he ganado a un amigo solo para conocer su valía y perderlo.

Mal químico sería el que se limitara exclusivamente a esa porción del conocimiento humano

vivo. A menudo me preguntaba de dónde vendría el principio de la vida. Era una, pregunta osada, ya que siempre se ha considerado un misterio

Para examinar los orígenes de la vida debemos primero conocer la muerte

Me familiaricé con la anatomía, pero esto no era suficiente. Tuve también que observar la descomposición natural y la corrupción del cuerpo humano