¿A qué se debe exactamente esta calidad de «grandioso» y dónde se aprecia? ¿En qué reside? Reconozco que sería precisa una inteligencia mucho mayor que la mía para contestar a estas preguntas, pero si me viese en la obligación de aventurar una respuesta, diría que el carácter único de la belleza de esta tierra es consecuencia de la falta evidente de grandes contrastes y de espectacularidad, mientras destaca, en cambio, por su serenidad y comedimiento, como si el país tuviera una íntima y profunda conciencia de su grandeza y su belleza, y no necesitase lucirlas