fondo nada, todo blanco.
En la cabeza de la mujer su boca abierta, tan abierta para ser suficiente, para sacar de ella un hilo de tendones de los que cuelgan, como ropa puesta a secar, sus órganos internos. En el aire, tendidos los órganos desde su boca hacia fuera, los dos pulmones, el corazón, el estómago, el páncreas y los intestinos doblados. Todo ello estático, congeladísimo en medio de la nada.
Y sin caerse.