Para otros, lo que ahora llamamos sello discográfico podría ser reemplazado por una nueva entidad, una compañía pequeña que, en esencia, canalice los ingresos y las facturas de las diferentes entidades y vendedores, y lleve todas las cuentas en orden. Un consorcio de artistas de nivel medio que compartan los servicios de tal entidad podría hacer que este modelo funcionara; una especie de cooperativa del negocio musical.