Fue en la teología de la corriente sármata y alana donde apareció por primera vez el juicio del alma después de la muerte, sin recurso posible; en la ceremonia funeraria que practicaban los osetas, la bähfäldisyn, uno de los presentes tomaba la palabra para recordar que el alma del muerto, en su viaje a caballo hacia los Narts, la tierra de los héroes, pasará por un puente estrecho, el puente del Demandante o Shinvat peretu. Si el alma fuese recta, pasaría, pero si no lo fuese, caería despeñada junto a su caballo. Según la secta zurvanita de los medos, así llamada por Zurvan, dios del tiempo y del destino, dicho puente se hace delgado como el hilo de una espada al paso del culpable, imagen familiar por cierto.