Tales testimonios, tomados selectivamente del pasado, convencieron a Bodin de que la democracia era digna de ser olvidada, de que la sola idea de asambleas de autogobierno no merecían sino indiferencia. “¿Cómo halla posible una multitud, es decir, una bestia de muchas cabezas, sin juicio o raciocinio, dar algún buen consejo?”, pregunta. La respuesta es sencilla: “Pedirle consejo a una multitud (como se solía hacer antiguamente en las repúblicas populares), equivale a buscar la sabiduría en un loco”.