Manuel Antonio Castiñeiros González

De hecho, el capitalismo trata a todos los hombres y mujeres como partes intercambiables, como mercancías intercambiables por otras mercancías. Administradores, soldados, científicos, incluso empresarios –todo el mundo en la sociedad moderna– están forzados a pasar por el lecho de Procusto de la reificación y están sistemáticamente privados de la libertad que cualquiera supone que disfruta

En su modelo de marxismo, el asunto crucial no es que una clase oprima a otra, sino que hay un sistema total que oprime a todos.

Una de las principales razones para tener un partido comunista, explica Lukács, es para centrar y orga­ni­zar el trabajo de autoconocimiento, para transformarlo en un proyecto colectivo. Igualmente importante es la creación de una cultura radical vibrante, dinámica, autocrítica y renovadora. Sin cultura y conciencia, los trabajadores no serán capaces de crecer. Si no crecen, la máquina reificadora seguirá funcionando y sus víctimas ni siquiera sabrán qué les ataca o por qué se sienten por dentro como seres va­cíos.

En una democracia de los trabajadores, las limitaciones de la economía explotadora, de su Estado represivo, de la cultura de la mistificación se extinguirán. Entonces «la vida del hombre como hombre en relación a sí mismo, a sus compañeros y a la naturaleza podrá convertirse en el auténtico contenido de la vida humana. Socialmente, nacería el hombre como hombre».

El arte moderno es un liberador de los sentimientos humanos de las represiones culturales y sociales, una ruptura de las más profundas fuentes inconscientes del yo y un surtidor permanente de transparencia, gozo y alegría en la vida moderna:

El monumento de Portbou solo lleva grabada una frase, sacada de uno de sus últimos trabajos, Sobre el concepto de historia: «Es más arduo honrar la memoria de los anónimos que la de los renombrados. La construcción histórica esta dedicada a la memoria de los anónimos».