Cuanto más hablaba con otras mujeres lesbianas y bisexuales sobre esta idea, más cuenta me daba de que muchas de ellas nunca habían leído un poema de sor Juana o visto una película de Garbo o contemplado un cuadro de De Lempicka. Conocían sus nombres y sabían por qué eran famosas pero, como suele suceder en estos casos, saber de su existencia como celebridades, como astros de sus respectivos campos, había supuesto un obstáculo para que intentaran indagar y conocerlas más a fondo.