Gemma Deza Guil

Las negras de la época no podíamos unirnos en la lucha por los derechos de las mujeres porque no concebíamos nuestra condición de mujeres como un aspecto importante de nuestra identidad.

Nunca sabré quién habría sido de no haberme convertido en aquella niña en el bosque

Eres consciente de la tensión latente entre pensar: «Soy un cuerpo» y «Tengo un cuerpo», pero eres incapaz de resolverla. «Tener» implica que el cuerpo es solo una posesión, que puedes perderlo o desprenderte de él, que puedes apañártelas sin él. Implica, quizá, que alguien podría poseer tu cuerpo y que tu cuerpo dejaría de ser tuyo. Que pertenecería a otra persona.
Y no te encaja.

tus hijos, por el hecho de ser niños, tendrán una posición privilegiada, pero la idea de que «no tendrán que lidiar» con la cultura de la violación te hace estremecerte. De hecho, tú anhelas con todas tus fuerzas que «lidien con ella», tal como uno «lidia» con una plaga de cucarachas

Has empezado a hacer algo nuevo: cuando un hombre te piropea por la calle le replicas. Estás cansada de fingir que no los oyes. Estás harta de caminar avergonzada con la vista pegada al asfalto. Estás hasta las narices de aceptarlo, de asimilarlo como si fuera un impuesto que tienes que pagar por el privilegio de ser una mujer en un espacio público.

No quiere entablar conversación. No te piropea para iniciar nada contigo; se limita a poner a prueba algo en voz alta. Necesita toquetear su poder en la oscuridad, como si se tratara de un tótem que llevara en el bolsillo. Quiere asegurarse de que sigue ahí

Desde la distancia que dan los casi treinta años transcurridos, con el corazón más vulnerable por la maternidad y por mi deseo felino de proteger a mis hijos, me pregunto: «¿A cuántas mujeres violaron aquella noche en la isla del Matadero?».
Estoy segura de que no fui la única

I Never Called It Rape

«El veinticinco por ciento de las universitarias han sido víctimas de violación o intento de violación. El ochenta y cuatro por ciento de dichas víctimas conocían a sus agresores. Solo el veintisiete por ciento de las mujeres violadas se consideraban víctimas de una violación».

«Una de cada cuatro entrevistadas había vivido una experiencia que coincidía con la definición legal de violación o intento de violación». «La media de edad en el momento del incidente de la violación (tanto del perpetrador como de la víctima) era de dieciocho años y medio»