Cuando, entre los años sesenta y ochenta, una central estatal de difusión y democratización de la cultura literaria como Eudeba (Editorial de la Universidad de Buenos Aires), y su continuación a través del Ceal (Centro Editor de América Latina), publicaban bajo la premisa de que a mayor cantidad de libros más cultura, esta política podía llegar a ser adecuada. Hoy, cuando sobran materiales escritos, autores y publicaciones, la situación es por completo distinta.