La armonía es entre las personas y la naturaleza, también entre los utensilios que se eligen para preparar el té. El respeto está entre todos los participantes de un encuentro. La pureza es del ambiente, de nuestra mente. Pero también de algunos objetos, porque al preparar el té siempre hay que purificar el recipiente que lo contiene y la cucharilla de bambú con que se sirve. Cuando alguien explicaba los cuatro principios terminaba diciendo que «la tranquilidad es el estado natural al que se llega cuando se aplican los primeros tres».