La profesión de la política es el reino de lo eternamente igual, de la despiadada repetición. Todo aquel que alguna vez haya tenido la desgracia de participar en una reunión, conocerá la sensación de paralización que invade incluso al más voluntarioso cuando en tales ocasiones se ve obligado a escuchar las prolijas exposiciones, disquisiciones, debates y consideraciones, donde jamás aparece el factor sorpresa. Y, sin embargo, la principal tarea de todo político consiste precisamente en participar en reuniones y sesiones