—¿Pero te acuestas con él? —dijo Gordo con el entrecejo fruncido.
—Dios mío, Gordo, ¡no! Solo fuimos a comprar pizza para comérnosla con sus hermanos pequeños. Somos amigos, se acaban de mudar. No me interesa de esa manera. —Aunque podía llegar a pasar, al fin y al cabo, tenía ojos.