Rita Gonzalez Hesaynes

he visto grandes esplendores

grandes decadencias

todas las criaturas empuñan la espada

y la cruz y la pala a su tiempo

y todo rincón de lo existente

es una pieza del altar verdadero

siempre quise más ojos para ver

cada piedra aparenta guardar un trozo del misterio

una pequeña cuerda a la espera del arco

cada viento parece la mano ejecutante

poco sé y mucho callo

Ni siquiera un quejido

asomará en la amplísima

sonrisa que el tiempo fue,

entre todos sus dones,

desplegando

Algunos verán de cerca el sol antes del fin

y otros el estallido. Nadie sabe cuál.

me espera la montaña

vigorosa y sagrada

para arrancarme el cuerpo

y dárselo a los vientos

pero arriba en la cumbre

crece la flor sencilla

donde me espera el alma

consumada

la ópera completa de mis actos

y sueños

voy a entregarle a ella

toda la sangre y todos los colores

que he robado del mundo

los museos del mundo

los deseos del mundo

las metrallas

vendrá la lluvia

le llevaré la lluvia

y del cervato herido mortalmente

la sangre que promete saciedad

al coyote

¿quién será el qué persigue?

¿quién el que resplandece

todo lo que ya fue dicho será dicho otra vez, pero con otro resplandor

Todavía caminan allí, retrasando el paso, esperándonos con paciencia de muertos que saben que hasta la muerte es pasajera